Envenenador de 24 años procesado en Londres en febrero de 1957, acusado de la muerte de su mujer, Moira, de 21.

Los Burdett y su hijo vivían en la calle Appleford de North Kensington, Londres. El 27 de noviembre de 1956, Mrs. Burdett salía de su casa a las 7.25 para efectuar unas compras. A su vuelta y poco después de desayunar, caía al suelo muerta.

Al efectuarse la autopsia se encontró en su estómago una cierta dosis de cianuro disuelto en té. La muerte había tenido lugar una hora antes de que su marido saliese a pedir ayuda. Burdett fue acusado del crimen. 

Admitió que había robado una dosis de cianuro en el lugar donde trabajaba, pero con la intención de suicidarse. Aludió también a sus desavenencias conyugales: «Pensé que viviría más tranquila sin mí. Por mi culpa estaba siempre triste y cansada.» Declaró que había escondido la botella de cianuro para que su esposa no adivinara sus intenciones; sin embargo, la botella fue hallada vacía junto al cadáver.

Durante el proceso, el fiscal, Sir Harry Hylton-Foster, declaró que el caso se trataba, evidentemente, de un asesinato. El defensor, Mr. Ryder Richardson, negó que se tratase de algo diferente de un suicidio: «¿Cómo podía pensar Mrs. Burdett que bebía solamente té?... El cianuro tuvo que dar al líquido un sabor y color peculiares.»

El juez, Mr. Pearson se refirió, en la recapitulación de los hechos, a las constantes mentiras de Burdett, que tan pronto intentaba esconder un suicidio como un asesinato. Brian Burdett fue sentenciado a muerte, pero el veredicto fue revisado, suspendiéndose la ejecución.