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Manuel Octavio
BERMUDEZ ESTRADA
Por: Ana María Saavedra
S - Reportera de El Pais
Durante cuatro años
un hombre sembró la muerte en los cañaduzales del Valle. Sus víctimas
eran niños de extracción humilde entre 9 y 14 años. Reconoció que
asesinó a 21 menores, de los cuales hallaron 17; seis de ellos siguen
sin identificar. La tragedia de las familias continúa.
Lo vio en un callejón
oscuro. Seguía a un hombre rodeado de niños, pero cuando la observó
corrió hacia ella y le gritó: “Mamá, ese señor engaña a los niños. No
dejé ir a Daniela con él, le puede hacer lo mismo que a mí”.
Nidia Balanta despertó
llorando. En su pecho se ahogaron los sollozos y la imagen del cuerpo de
su hijo tendido en una camilla de acero regresó a su mente. Saltó de la
cama a la habitación que sus dos hijas mujeres comparten. No se
tranquilizó al ver a Daniela, su hija menor, dormida como un ángel.
Nidia siente que su
hijo José Miguel se le apareció en sueños para prevenirla. Por eso y
pese a que en su hogar el dinero escasea y los gastos aumentan, casi no
sale a trabajar por no dejar solos a sus tres hijos.
Aún no ha superado lo
que le pasó al mayor de sus vástagos hombres. Nidia, una humilde
trabajadora que lava ropa, todavía recuerda el Jueves Santo del 2003
cuando su hijo le pidió permiso para ir con un hombre a recoger espigas.
Ella le dijo que era
muy peligroso salir con un extraño. Volvió a su trabajo como aseadora en
una fábrica de bizcochos, cerca a la Basílica de Buga, mientras José
Miguel supuestamente le contaba al hombre que no lo habían dejado ir.
Nidia no sabe si la
ilusión de comprarse unos tenis nuevos hizo que su hijo la desobedeciera
por la promesa del desconocido de pagarle $15.000.
Ese Jueves Santo, a las
5:00 p.m., fue la última vez que lo vio con vida. El lunes de pascua
escuchó en la radio que en un cañaduzal de Yotoco habían encontrado a un
niño con las mismas características de su hijo.
Acudió a la morgue y lo
reconoció. Ese día José Miguel cumplía 13 años.
Hace dos años fue la
última vez que soñó con él. Fue la pesadilla del callejón oscuro, donde
veía al hombre que se lo llevaba.
Nidia no sabe que ese
hombre rodeado de niños era Manuel Octavio Bermúdez, 'El Monstruo de los
Cañaduzales'. Nadie le dijo que al asesino de su hijo lo capturaron el
18 de julio del 2003. Los campesinos como ella no piensan en venganza.
Habla de resignación y de la fortaleza que Dios le ha dado para soportar
su pena.
El rastro en
Palmira. María Mercedes Hurtado ya no sueña con su hijo. Por eso,
cuando su esposo no está, rebruja sus libros en busca de la única foto
de su pequeño. La observa y llora.
Recuerda a su niño
preferido. El que le ayudaba a lavar la ropa y se le recostaba en el
regazo.
A Nahún Candelo todos
lo querían. Era alegre y aunque no le gustaba estudiar, en la Escuela
María Luisa Molina de Palmira los profesores le prodigaban mucho cariño.
Tenía 13 años y no había pasado de primero de primaria.
El 6 de diciembre del
2002, sus padres tampoco querían dejar ir a Nahún al mercado de San
Pedro, en Palmira. Al padre del niño, un cortero de caña, no le gustaba
que sus hijos trabajaran. Pero el niño los convenció. Nahún no regresó.
Era el primer diciembre
que Nahún pasaría en Palmira. La familia había llegado de Timbiquí,
Cauca. El niño le pidió a su mamá un jean y un buzo para estrenar en
Navidad. Ella no le alcanzó a comprar la pinta. Lo encontraron siete
días después en un cañaduzal de la hacienda La Esperanza.
“Lo más horrible fue la
forma como lo mató. Le amarró las manos y después le hizo todo eso”,
dice María Mercedes. Luego, calla, no soporta esa imagen. Respira hondo
y agrega: “Que Dios persone a ese hombre porque yo no puedo”.
Cuando capturaron a
Manuel Octavio, quien confesó la violación y asesinato de 21 niños en
Palmira, Pradera, Buga y Tuluá, las autoridades llamaron a María
Mercedes para contarle.
“Pienso que si lo
tuviera en frente me le tiraría encima y así fuera a mordiscos lo
cogería. Que no salga nunca de la cárcel porque si sale se va a volver a
llevar a los niños”, expresa.
Ese mismo diciembre en
Palmira 'El Monstruo' mató tres niños. La más pequeña de sus víctimas
fue Carlos Alfonso Fajardo Morcillo, de 9 años.
Tenía el pelo rubio y
los ojos café claro. Lo recuerdan como un niño muy avispado. Se le
escapaba a su mamá para pedir dinero o a ayudar a cargar mercados,
frente al supermercado Marden. En ocasiones se iba con carretilleros.
Muchas veces llegó a la casa con diez mil pesos.
El 26 de diciembre,
cuando Shirley Morcillo se levantó a las 7:30 a.m., Carlos Alfonso ya no
estaba. Otra vez se había escapado. Lo buscaron por varias semanas. Lo
hallaron 20 días después en un cañaduzal de Palmira. Se encontraba en
estado de descomposición.
A su madre se lo
devolvieron tres meses después de que apareciera, tras el resultado de
las pruebas de ADN. No se lo dejaron ver, los huesos estaban en una caja
sellada que enterraron en la bóveda 1237 del Cementerio Central.
Shirley no cree que ese
sea su hijo. La esperanza de que esté vivo no ha muerto. Todavía sale
con su esposo a recorrer las calles con la ilusión de encontrarlo.
Sueña despierta que
gritan en la puerta: “Mamá, ya llegué”.
La última víctima. Lo
único que le queda de su hijo a Omaira Salazar es una fotografía que le
tomaron con toga y birrete en quinto de primaria. El miércoles pasado la
sacó de un cajón y la miró con nostalgia.
En los últimos días los
recuerdos de su hijo se apiñan en la mente de Omaira. Las heridas que
creía cicatrizadas se abrieron. El miércoles se graduaron los compañeros
de Luis Carlos Galviz de la escuela Bello Horizonte de Pradera. Hoy se
cumplen tres años de la desaparición y muerte del pequeño. En el colegio
lo recuerdan como un niño cariñoso. Hablaba como un hombre grande que
decía que iba ser policía para mantener a su mamá.
El 16 de julio del 2003
se despidió de su abuelo y le contó que con el dinero que estaba ganando
con la venta del Bon Ice se iba comprar unos tenis nuevos.
Esa noche iba a dormir
donde una tía, pero no llegó. Al otro día su familia inició la búsqueda.
De tanto preguntar una persona les dijo que lo había visto con un
vendedor de helados.
Así llegaron donde
Manuel Octavio Bermúdez, quien desde hacía poco tiempo estaba vendiendo
Bon Ice. Paradójicamente este hombre vivía a pocas cuadras de la casa
del niño.
Luis Carlos fue la
última víctima del 'Monstruo de los Cañaduzales'.
Este hombre interrumpió
su cadena mortal hace tres años, cuando fue encarcelado.
Pero el dolor que dejó
en las familias de sus 21 víctimas sigue muy vivo. Y quizás nunca va a
morir, aunque el 'Monstruo' no vuelva a matar.
El recorrido del
asesino
- 6 de abril de 1999.
En Palmira fue encontrado el cuerpo de un niño de 10 años. Aunque Luz
Dary Useche lo identificó como su hijo desaparecido un mes atrás, el
menor permanece como NN.
- 17 de septiembre de
1999. En Palmira fue hallado otro cadáver de un niño de 10 años.
Permanece como NN.
- 5 de mayo del 2000.
En la hacienda Cascajal de Palmira se halló otra osamenta de un niño.
Sigue sin identificar.
- 30 de diciembre del
2001. En Palmira hallaron a Javier Sánchez Fernández, de 11 años. Había
desaparecido dos días atrás.
- 14 de febrero del
2002. En Palmira hallaron otro níño muerto. No ha sido identificado.
- 1 de abril del 2002.
En Palmira encontraron a José Évert Sinisterra, de 13 años.
- 9 de abril del 2002.
En la hacienda Cascajal hallaron los restos de otro niño. Está como NN.
- 27 de julio del 2002.
En Tuluá fue encontrado Edwin Andrés Pérez, de 12 años.
- 3 de diciembre del
2002. En el corregimiento Aguaclara de Palmira fueron encontrados los
restos de Miguel Ángel Arce, de 11 años. Había desaparecido un mes
atrás.
- 13 de diciembre del
2002. En Palmira fue encontrado Nahún Candelo.
- 15 de enero del 2003.
En Palmira fue hallado Carlos Alfonso Fajardo Morcillo.
- 25 de enero del 2003.
En la hacienda Cascajal hallaron a Cristian Fabián Torres, de 9 años.
Había desaparecido el 10 de diciembre del 2002.
- 19 de abril del 2003.
En Yotoco fue hallado José Miguel Figueroa, de 12 años.
- 16 de mayo del 2003.
En Pradera encuentran otro niño. Figura como NN.
- 26 de mayo del 2003.
En Pradera fue encontrado Jorge Enrique Rodríguez, de 13 años.
- 11 de junio del 2003.
En la vía al corregimiento de Tablón, Pradera, fue encontrado Luis
Carlos Galvis.
Confesión. El
'monstruo de los cañaduzales' aceptó su responsabilidad total
Bermúdez también
mató a los otros nueve niños
El asesino en
serie, capturado el sábado en Pradera, le dijo al CTI en una segunda
confesión que el número de sus crímenes llega a 16. Continúa la
investigación.
Sólo un día después de
confesar su autoría en la muerte de siete menores de edad, a quienes
violó y estranguló brutalmente y luego arrojó a los cañaduzales, aceptó
que los nueve casos restantes también hacen parte de su saga criminal.
El 'monstruo de los cañaduzales', Manuel Octavio Bermúdez Estrada, de 42
años de edad y oriundo de Trujillo, había aceptado ser el hombre que
buscaban, pero sólo se responsabilizó de algunos de los crímenes
registrados por los investigadores del Grupo Interinstitucional como el
de un asesino en serie.
Ayer, sin embargo, el
vendedor de helados, quien al principio había dicho a los policías que
lo capturaron que él era el responsable de todas las muertes de menores
en Palmira, Pradera, Florida y Yotoco, y que luego dijo serlo sólo de
siete casos, amplió su declaración y regresó a su versión inicial.
Manuel Octavio Bermúdez dijo, entonces que, en efecto, él asesinó a los
dieciséis niños entre abril de 1999 y julio de 2003.
TRISTE HISTORIA.
Para
los organismos de investigación Bermúdez Estrada ya escribió su nombre
en la triste historia de los asesinos en serie, ubicándose en la casilla
número dos del 'top ten' de los violadores más peligrosos de Colombia y
del mundo.
Por
delante de él sólo está otro colombiano: Luis Alfredo Garavito,
responsable de más de 160 homicidios en menores de edad.
Su confesión final, sin embargo, sólo marca el comienzo de una segunda
fase de la gigantesca investigación judicial: el reconocimiento y la
identificación, con la ayuda del criminal, de por lo menos cinco menores
que aún están reportados como NN, y la entrega del cadáver del niño
Andrés Felipe Serna Useche, la primera víctima de Bermúdez Estrada.
Pese a que su
progenitora, Luz Dary Useche, lo identificó un mes después de su plagio,
el 6 de abril de 1999, ésta no ha podido darle cristiana sepultura dado
que el cuerpo del niño se mantiene en el CTI como una evidencia clave de
la investigación.
El 'monstruo de los cañaduzales', entonces, sería el responsable de las
muertes de los niños Andrés Felipe Serna Useche, de 10 años; Daniel
Alegría Valencia, de 10; José Ever Sinisterra, de 11; Miguel Angel Arce,
de 9; Nahún Candelo Hurtado, de 12; Carlos Alberto Fajardo, de 9;
Cristian Fabián Torres, de 9; Edwin Andrés Pérez, de 12; José Miguel
Figueroa, de 12; Luis Carlos Galvis, de 12, y cinco NN entre los 11 y
los 14 años de edad.
El homicida múltiple sigue siendo sometido a
interrogatorios y pruebas por parte del CTI y la Fiscalía, y bajo
estrictas medidas de seguridad en un lugar no determinado.
Colprensa
Bogotá. Hasta los departamentos
del Eje Cafetero se extendieron las investigaciones en busca de más
víctimas de Manuel Octavio Bermúdez Estrada, el asesino en serie
capturado en Pradera, Valle, confirmó ayer el director nacional del
Cuerpo Técnico de Investigaciones, CTI, e la Fiscalía Guillermo Aníbal
Ortega.
El funcionario dijo que desde el
momento de su captura, el pasado 18 de julio, hasta la fecha, se han
confirmado 21 niños violados y muertos a manos de este hombre. También
se pudo establecer que 13 menores más fueron accedidos carnalmente por
Bermúdez Estrada y se salvaron de morir, mientras otros 15 lograron
eludir sus ataques.
"Creemos que este hombre ha
cometido más crímenes en Risaralda y Valle. En este momento un equipo
investigador de las seccionales de estos departamentos verifica las
denuncias de niños desaparecidos para establecer posibles coincidencias
con los casos confesados por el sindicado", agregó Ortega.
Hasta el momento,
los 21 casos confirmados se presentaron en Pradera, Palmira, Yotoco y
Tuluá, todos municipios del Valle del Cauca. Las víctimas eran niños
entre los 9 y los 12 años a quienes contactaba en lugares concurridos
como plazas de mercado y terminales de transporte, los seducía con
dinero y después los violaba y asesinaba para evitar que lo
identificaran.
Aunque aún los médicos forenses
no han emitido un dictamen final, se tiene certeza que el asesino en
serie capturado el pasado 18 de julio sufre de una sicopatía
(perturbaciones mentales). Además, por elementos encontrados en la
habitación donde residía, dan a entender a los investigadores que se
convirtió en imitador de Luis Alfredo Garavito, el otro asesino en serie
a quien se le achacan la muerte de 192 niños entre 1991 y 1999 en esa
misma región del país.
Los investigadores se basan en las
similitudes encontradas entre los casos de Garavito y los homicidios de
Bermúdez Estrada. Ambos escogieron cañaduzales como escenario de sus
crímenes y asesinaron a los menores en forma similar.
Homicida en serie.
El 'Monstruo de los Cañaduzales' sabía bien lo que hacía
Bermúdez no es un
sicópata: Medicina Legal
Como una persona
absolutamente normal y consciente de lo que sucedía y hacía, fue el
resultado de la valoración siquiátrica realizada por Medicina Legal a
Manuel Octavio Bermúdez Estrada, el 'Monstruo de los Cañaduzales'.
Según el procedimiento
jurídico, y teniendo en cuenta los resultados de la valoración
realizada, la Fiscalía continuará el proceso investigativo contra
Bermúdez Estrada, acusado de violar y asesinar a 17 menores en el Valle
del Cauca.
Bermúdez Estrada,
conocido ahora como el 'Monstruo de los Cañaduzales', confesó haber
agredido a 34 menores de edad, hechos que habrían ocurrido entre 1997 y
el 2003, según su versión.
Su captura se realizó
el 18 de julio último en el municipio de Pradera, Valle, por miembros
del CTI de esta seccional.
Un fiscal de la Unidad
Nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario le
impuso medida de aseguramiento a Bermúdez Estrada el 23 de julio último.
Manuel Octavio Bermúdez, de 32 años,
natural de Trujillo, separado y padre de por los menos dos hijos, es la
persona que habría confesado sus delitos a los agentes que lo capturaron
en Pradera, el sábado, por la muerte de un niño de 10 años desaparecido
desde el miércoles.
Un hombre, que luego de violar y asesinar a un niño en un cañaduzal de
Pradera fue capturado por la Policía, confesó haber violado y asesinado
a varios menores cuyos cuerpos luego eran encontrados entre plantaciones
de caña en Palmira, Florida y Pradera, en escalofriantes episodios que
iniciaron en 1999 y que recuerdan al tristemente célebre Luis Fernando
Garavito, el 'Monstruo de los Andes'.
Aun cuando la Fiscalía y el Cuerpo Técnico de
Investigaciones, CTI, prefirieron guardar silencio sobre el particular
hasta tanto peritos venidos de Bogotá adelanten las pruebas de rigor en
materia dactiloscópica y de ADN, especialmente, El Pais conoció que se
tienen serios indicios acerca de que el hombre capturado el sábado en
las calles de Pradera sea efectivamente el homicida de por lo menos una
quincena de niños, entre 6 y 12 años, cuyos cadáveres luego eran
hallados en avanzado estado de descomposición entre cañaduzales de
dichas localidades. (Ver antecedentes anexos).
La desaparición de un menor de 12 años, el miércoles
pasado, y su posterior hallazgo entre un cañaduzal del sector de
Tablones, en la vía Palmira-Pradera, el sábado pasado, fueron decisivos
para capturar al hombre que, según revelaron fuentes allegadas a la
investigación, aceptó ser el violador y homicida buscado.
desaparece luis carlos. El miércoles 16 de julio la
Policía de Pradera tuvo noticia de la desaparición del niño Luis Carlos
Gálvez, de 12 años, y de inmediato el grupo interinstitucional,
conformado por la Dijin de la Policía, el Instituto de Medicina Legal,
el CTI y un fiscal de la Subunidad de Derechos Humanos, se puso al
frente de la investigación de este nuevo hecho en el que se hallaba
involucrado un niño, en el área en mención.
Entre el jueves y viernes, la angustiada madre de
Luis Carlos fue informada por un vendedor de paletas y helados que el
día anterior había visto al menor en compañía de otro vendedor que
recién había ingresado a la empresa.
Ella no dio espera y de inmediato avisó a las
autoridades, las cuales se pusieron en alerta desplegando brigadas en
diversas calles de Pradera, en pos del vendedor de paletas señalado. Fue
así como lo hallaron, horas después, deambulando por las calles.
Una vez capturado el presunto asesino, los organismos
encargados de la investigación realizaron un allanamiento en una
vivienda del barrio El Cairo, donde éste había alquilado hacía unos días
una pequeña pieza.
En dicho lugar los investigadores se encontraron con
varias sorpresas: tras el registro minucioso, hallaron en un rincón
recortes de periódico con informes sobre las muertes de los otros niños
cuyos cuerpos fueron encontrados en similares circunstancias, así como
jeringas y algunas sustancias que están siendo investigadas. Además,
hallaron el reloj de pulsera que le pertenecía a Luis Carlos, el último
menor desaparecido.
Con dicha información el presunto homicida confesó
haberlo asesinado y señaló el lugar del cañaduzal donde había dejado el
cuerpo sin vida.
LA CONFESIóN.
El hombre capturado, identificado como Manuel Octavio
Bermúdez, de 32 años, natural de Trujillo, separado y padre de por los
menos dos hijos, fue celosamente conducido desde Pradera hasta Cali,
donde durante todo el fin de semana pasado fue sometido a diversas
pruebas con el propósito de tener mayor certeza sobre su culpabilidad.
Según informes de inteligencia y de agentes del CTI
que participan en la larga investigación del asesino en serie, este
hombre habría decidido confesar que él mató a quince menores y que luego
arrojó los cuerpos a los cañaduzales.
"Sí, yo violé y maté a los niños", habría revelado
fríamente este hombre a los agentes especiales en el interrogatorio
previo.
Sin embargo, el CTI, que ha llevado el peso de esta
investigación que ya completa cuatro años largos, decidió mantener la
prudencia e iniciar una serie de pruebas científicas como el ADN,
muestras de sangre, análisis siquiátricos y cotejación de evidencias con
la supuesta confesión, para determinar si en verdad este es el 'monstruo
de los cañaduzales'.
Un científico del CTI le reveló a El Pais que lo más
probable es que Manuel Octavio Bermúdez sea efectivamente el homicida
pedófilo que ha sembrado la muerte y el terror en el Valle del Cauca,
pero admitió que el hombre había logrado engañarlos con rastros y pistas
falsas que generaron un perfil policíaco y científico con muchos
errores.
Incluso, este hombre había lanzado en varias
oportunidades falsos responsables para confundir y retrasar la acción de
la justicia.
Se sabe que una delegación de fiscales, científicos y
agentes del CTI, así como la directora de la Unidad de Derechos Humanos
de la Fiscalía General de la Nación llegaron en las últimas horas a Cali
procedentes de Bogotá para acompañar de cerca el proceso de
esclarecimiento y posteriormente darle la gran noticia al país.
Los familiares de los niños asesinados, que ya fueron
alertados sobre esta importante captura, esperan en medio de rezos y
plegarias que la hora de la justicia haya llegado.
Los menores
asesinados
1.
Andrés Felipe Serna
Edad: 10 años
Desaparecido: Marzo 6 de 1999
Hallado: Abril 6 de 1999
2.
Daniel Alegría Valencia
Edad: 10 años
Desaparecido: Agosto 21 de 1999
Hallado: Septiembre 20 de 1999
3.
N.N.
Edad: 11 años
Hallado: Mayo 5 de 1999
4.
N.N.
Edad: 12 años
Hallado: Febrero 14 de 2002
5.
José Ever Sinisterra
Edad: 11 años
Desaparecido: Enero 12 de 2002
Hallado: Abril 1 de 2002.
6.
N.N.
Edad: 12 años
Hallado: Abril 9 de 2002
7.
Miguel Angel Arce
Edad: 9 años
Desaparecido: Nov. 20 de 2002
Hallado: Diciembre 3 de 2002
8.
Nahún Candelo Hurtado
Edad: 12 años
Desaparecido: Dic. 6 de 2002
Hallado: Diciembre 13 de 2002
9.
Carlos Alberto Fajardo
Edad: 9 años
Desaparecido: Dic. 26 de 2002
Hallado: Enero 15 de 2003
10.
Cristian Fabián Torres
Edad: 9 años
Desapareció: Dic. 10 de 2002
Hallado: Enero 25 de 2003
11.
Edwin Andrés Pérez
Edad: 12 años
Desapareció: Sin dato oficial
Hallado: Sin dato oficial
12.
Nombre: José Miguel Figueroa
Edad: 12 años
Desapareció: Abril 17 de 2003
Hallado: Abril 19 de 2003
13.
N.N.
Edad: 14 años
Desaparecido: sin dato oficial
Hallado: Mayo 28 de 2003
14.
N.N.
Edad: 12 años
Hallado: Mayo 28 2003
"Tenía que matarlos obligado,
para que no me reconocieran después, pero estoy arrepentido", dijo
Manuel Octavio Bermúdez Estrada, el vendedor de helados que confesó
haber asesinado a siete de los 16 niños encontrados en los cañaduzales
del Valle.
Mientras Luis Alfredo Garavito
era atendido en un hospital de Pereira de las quemaduras que sufrió
luego de quedarse dormido sobre el cadáver de un niño que violó en un
cañaduzal de Palmira, otro psicópata iniciaba su macabra obra.
Por ello, al principio hubo confusión entre los investigadores; pero
posteriormente se pudo constatar que no era el mismo: Garavito, el
violador y asesino de niños más buscado del mundo, fue capturado en
Villavicencio el 22 de marzo de 1999, quince días antes de que fuera
hallada la primera de las 16 víctimas de la nueva zaga mortal en los
cultivos de caña de Palmira, Pradera, Tuluá, Buga y Yotoco.
Era el niño Andrés Felipe Serna Useche, de 10 años, quien había
desaparecido el 6 de marzo del 99 de la Galería Central de Palmira y
cuyo cuerpo apareció el 6 de abril de ese año en un cañaduzal de Palmira
dentro de un costal, amarrado de pies y manos y con signos de haber sido
violado, estrangulado y su cabeza destrozada.
El crimen estremeció a la región, mucho más cuando en mayo y septiembre
de ese año fueron asesinados en similares circunstancias otros dos niños
más. De repente, cuando las autoridades comenzaban a recoger información
sobre el segundo asesino en serie de la historia de crímenes del país,
este cesó su accionar.
Pero su silencio homicida parecía sólo para recobrar aliento: como una
máquina de matar, el demente hombre comenzó a dejar rastros de su huella
sanguinaria entre los cañaduzales de las poblaciones referidas.
Así, aparecieron más niños violados y muertos en febrero, abril y
diciembre de 2002, y enero, abril, mayo y julio del presente año. Sin
embargo, uno alcanzó a escapar, en junio del año pasado, luego de ver
cómo aquel sujeto se desnudaba en frente suyo en un paraje cubierto de
caña... Huyó de su propia muerte.
Ante tal vértigo demencial, se creó un grupo interinstitucional
conformado por miembros de la Sijin de la Policía Valle, el Instituto de
Medicina Legal y el Cuerpo Ténico de Investigaciones, CTI, coordinado
por un fiscal de la Subunidad de Derechos Humanos. Varios de ellos
habían hecho parte de la investigación que derivó en la captura de Luis
Alfredo Garavito.
Los expertos, entonces, elaboraron el perfil y el modus operandi del que
sería denominado el 'monstruo de los cañaduzales': un hombre entre los
20 y los 40 años, entre 1,55 y 1,60 de estatura, contextura media,
aspecto caucásico, con un defecto físico en uno de sus pies,
posiblemente reciclador o indigente y de todas maneras transeúnte;
también, con un bajo nivel de estudios, un cuadro familiar fragmentado y
una niñez traumática.
Pero el sujeto siguió violando y asesinando niños humildes con una
macabra característica: siempre guardó una prenda de cada una de sus
víctimas y los recortes de prensa donde se publicaron sus matanzas.
Entre tanto, las autoridades habían identificado plenamente los
cadáveres de nueve niños, asesinados en similares circunstancias; tres
más por indicios y cuatro aún permanecen como NN.
No obstante, el niño sobreviviente y la rápida respuesta policial en el
caso de la última de sus víctimas fueron decisivas para capturar al
'monstruo'. El primero permitió establecer el retrato hablado; el otro,
dar con su captura.
El pequeño vendedor de helados, Luis Carlos Galvis, de 12 años de edad,
había desaparecido de su hogar en Pradera el miércoles de la semana
pasada.
Entre el jueves y el viernes la
angustiada madre de Luis Carlos fue informada por un vendedor de paletas
que el día anterior había visto al menor en compañía de otro que recién
había ingresado a la empresa.
Sin dudarlo, dio aviso a las autoridades que de inmediato desplegaron un
operativo de rastreo en pos del extraño y lo hallaron cuando deambulaba
por las calles de Pradera vendiendo paletas y seduciendo niños.
¿ES O NO ES?
El hombre se parecía al perfil del asesino en serie:
cojeaba, tenía contextura media, 1,60 de estatura, 41 años, natural de
Trujillo, aspecto caucásico, transeúnte, se casó a los 22 años, padre de
dos niños, estudió hasta quinto de primaria, familia destruida: sus
padres biológicos fueron asesinados cuando él tenía un año de edad,
siendo adoptado por una pareja residente en Palmira, y al momento de su
captura, nervioso, negándolo todo... hasta que llegaron con él a una
vivienda del barrio El Cairo de Pradera, donde éste residía.
Allí, algunos familiares de Manuel Octavio Bermúdez Estrada, como fue
identificado, confirman a los investigadores antedecentes de éste sobre
abuso sexual. Pero, además, una sorpresa grande les esperaba: tras una
minuciosa requisa al cuarto hallaron un maletín en cuyo interior había
un cordón largo, similar al que utilizaba para amarrar y estrangular a
sus víctimas; también, revistas de anatomía, interiores de talla
infantil, fotografías de niños, llaveros, recortes de prensa y relojes,
entre los cuales estaba el de Luis Carlos Galvis.
Con tales evidencias ya no pudo seguir negando. Aceptó, inicialmente, su
último crimen, dando detalles de cómo lo había hecho y dónde había
arrojado el cuerpo. Fue así como el sábado, muy temprano, hallaron entre
un cañaduzal del sector de Tablones, en la vía Palmira-Pradera, el
cadáver en descomposición del último menor asesinado.
Con este hallazgo, la Fiscalía General de la Nación envió expertos desde
Bogotá, encabezados por la directora de la Unidad Nacional de Derechos
Humanos, Elba Beatriz Silva Vargas, con el fin de ampliar la
investigación mediante la práctica de pruebas de ADN y dactiloscópicas.
Entonces, agobiado por el peso de las evidencias, el 'monstruo de los
cañaduzales' confesó ser el asesino de siete niños hallados en estos
lugares, aunque para las autoridades no se descarta que su confesión se
amplíe.
"Los mataba porque me tocaba hacerlo para que no me reconocieran, y me
arrepiento", alcanzó a explicar Manuel Octavio Bermúdez.
Así operaba el homicida
Los expertos lograron
recolectar, a lo largo de cuatro años, un gran número de elementos
probatorios contra el homicida múltiple de los cañaduzales del Valle.
Manuel Octavio Bermúdez,
aprovechando su condición nómada, seleccionaba a sus víctimas, niños
entre 6 y 12 años, de origen humilde y, por ende, trabajadores de la
calle, y les ofrecía un mejor trabajo.
Tras entablar conversación y
confianza, los iba conduciendo hacia parajes inhóspitos, entre
latifundios de caña hacia las afueras de los cascos urbanos.
Solos e indefensos, eran
sometidos fácilmente por el pedófilo, quien los amarraba de pies y
manos, para luego aplicarles un anestésico local (Ridocaína al 2%) que
contribuía a adormecerlos, inmovilizarlos y, tras abusar de ellos,
estrangularlos con un cordel.
Ana Ligia Rodríguez, madre de Miguel Angel Arce,
quien sería una de las víctimas de Manuel Octavio Bermúdez Estrada, dice
que este hombre vivió en el mismo inquilinato de de la ciudad de Palmira
donde ella residía con sus cuatro hijos.
"Cuando ví la foto y su imagen en la televisión me
quedé asombrada. Fue entonces cuando recordé: era el mismo hombre que
vivía en el inquilinato donde yo tenía arrendada una habitación con mi
esposo y mis cuatro hijos, incluyendo a Miguel Angel, a quien habría
asesinado", asegura doña Ana Ligia Rodríguez, cuya mirada se pierde en
una profunda tristeza.
Manuel Octavio Bermúdez Estrada,
capturado el viernes pasado y quien aceptó su responsabilidad en la
muerte de al menos 34 menores en el Valle del Cauca, Buga, Tuluá y
Yotoco, alquiló una habitación en en el 2002 en un inquilinato en
inmediaciones de la Galería Central, ubicado en la Carrera 25 con Calle
25, donde al parecer conoció a al pequeño Miguel Angel y donde se ganó
su confianza.
"Nunca llegué a tratar con él
pues yo salía muy temprano, a eso de las 4:00 a.m., para el puesto que
tenía en la galería, y regresaba a las 7:00 p.m. El vivió allí con la
esposa, pero nunca imaginé que iba a matar a mi niño", sostiene la
mujer, quien recuerda que Miguel Angel, de 9 años de edad, desapareció
el 30 de noviembre de 2002 y fue encontrado violado, torturado y
brutalmente asesinado el 3 de diciembre de ese mismo año en un cañaduzal
de Palmira.
"El día que se perdió me dijo
que un señor Alberto le había ofrecido trabajo para ir a lavar una
finca. A algunos niños de la galería también recibieron la misma
propuesta del mismo hombre y ahora que lo pienso creo que debió tratarse
de este señor", relata la compungida madre.
"En la galería todos me dicen
que él fue quien mató a mi hijo, pues él trabajaba como carretero,
reciclador y vigilante en este sector de donde se perdieron muchos otros
niños", agrega la señora Rodríguez, quien sólo pide que Bermúdez sea
condenado "a cadena perpetua" para que la muerte de tantos niños
inocentes no quede en la impunidad.
"Miguel Angel era el menor de
mis hijos y los sábados, cuando no estaba estudiando, me iba a ayudar en
la galería. Su muerte me dejó destrozada y aún no he podido
recuperarme", anota.
Bermúdez, de 41 años de edad,
natural de Trujillo Valle, casado y padre de al menos doce hijos,
también trabajó en Palmira en varios lavaderos de autos.
En uno de estos lugares, un
trabajador declaró que lo conocía y que habían lavando carros juntos en
el año de 1999, cuando empezaron los homicidios de menores en la ciudad.
"Todos los llamábamos Manuel. Yo
tomaba trago con él los fines de semana, pero jamás le ví nada raro.
Estuvo aquí un año y después se fue a trabajar en la galería como
vigilante. Después me enteré de que vivía en las residencias del lugar",
narró el lavador.
"La verdad yo me quedé muy
admirado cuando lo ví en televisión. El sí cargaba un maletín pero con
las cosas de trabajo y andaba en una bicicleta en ese tiempo", añadió.
En otro lavaderos de autos de
Palmira, uno de los empleados también dijo que lo distinguió y lo
calificó como un hombre "callado y morrongo". "El nunca decía nada, por
eso era que no me gustaba", indicó.
El drama de las familias de los
niños desaparecidos en Palmira sigue teniendo un enorme impacto sobre la
comunidad local.
Cruces
en un almanaque
Bogotá. Cinco horas después de
su captura, sentado en el puesto de atrás de una camioneta y escoltado
por dos agentes del Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía, (CTI),
Manuel Octavio Bermúdez Estrada confesó ser el 'Monstruo de los
Cañaduzales'.
El vehículo lo conducía Luis
Carlos Clavijo, el fiscal de la Unidad de Derechos Humanos de la
Seccional de Cali, y a quien 45 días atrás el propio fiscal general de
la Nación, Luis Camilo Osorio, le había encomendado la misión de
esclarecer la serie de asesinatos y desapariciones de niños desde 1999.
"El niño que buscan está
muerto", dijo de repente Bermúdez Estrada. El fiscal Clavijo levantó los
ojos y trató de ver su expresión por el espejo retrovisor pero tenía su
rostro inclinado. Los dos agentes del CTI también volvieron sus cabezas
y se miraron desconcertados, no esperaban una confesión.
Para ese momento, Clavijo y su
equipo se enfrentaban a toneladas de información. Después de analizar
los archivos habían seleccionado a 500 personas sospechosas y de ellas
habían descartado 150.
Según el investigador, muchos de
los asesinatos de Bermúdez Estrada se pudieron establecer por una
ampolleta de Ridocadina al 2% encontrada en su billetera y un almanaque
con cruces en las fechas de cada mes. Rastros de ese anestésico lo
contenían las jeringas que hallaron los investigadores en varios de los
cañaduzales donde aparecieron los cadáveres de las víctimas de Bermúdez.
El almanaque señalado les
permitió a los investigadores establecer las fechas en las que cometió
los crímenes y el lugar donde han encontrado los cuerpos. La
investigación del fiscal Clavijo aún no termina. Todavía recopila
información sobre desapariciones en el Eje Cafetero, las cuales serían
obra de Bermúdez.
Cali, Colombia, 21 Marzo (RCN) - Un juez condenó a 40 años de prisión a
Manuel Octavio Bermúdez, el hombre que violó y asesinó a 23 niños en
Pradera, centro del Valle, suroccidente del país.
El juez Penal de Palmira, Jairo Santaparra, explicó
que la condena fue impuesta “por el último los niños que él violó y
asesinó en el municipio de Pradera y por la tentativa de violación de un
niño que se logró escapar”.
Así mismo deberá pagar una
indemnización por 80 millones de pesos a las familias de los menores,
Carlos Gálvis Salazar y Francisco Javier Orobio, quienes fueron sus
últimas víctimas en el municipio de Pradera.
Manuel
Octavio Bermúdez fue capturado el 18 de julio de 2002 y desde el mes de
septiembre del mismo año permanece en la cárcel de máxima seguridad de
San Isidro.
Manuel Octavio Bermúdez
Estrada, el ‘monstruo de los cañaduzales’, estaba fugado de la cárcel de
Bolívar, Cauca, cuando inició su saga de violaciones y muertes de niños
en el Valle.
Así lo revela el
Juzgado Tercero Penal del Circuito de Palmira en la sentencia 014, donde
lo condena a 26 años de cárcel por la muerte de un menor y el intento de
violación a otro.
El sádico había sido
condenado a cinco años y cuatro meses de prisión el 8 de mayo de 2000
por acceso carnal violento, fugándose de la cárcel del municipio de
Bolívar, donde había sido confinado, el 21 de julio de 2001, “fecha
desde la cual ha estado delinquiendo”. Fue capturado el 18 de julio de
2003 en Pradera y acusado de 21 violaciones y homicidios.
El juzgado pide
investigar a Bermúdez por fuga de presos y decretar el cumplimiento de
la pena.