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Suchnam Singh SANDHU

 
 
 
 
 

 

 

 

   
 
 
Clasificación: Asesino
Características: Parricida - Desmembramiento
Número de víctimas: 1
Periodo actividad: 4 abril 1968
Fecha detención: 11 mayo 1968
Fecha de nacimiento: 1929
Perfil víctimas: Su hija, Sarabjit Kaur, 19
Método de matar: Decapitación con sierra
Localización: Londres, Inglaterra, Gran Bretaña
Status: Condenado a cadena perpetua 1968
 
 
 
 
 
 

Desmembrar en vida a una hija

El martes 4 de abril de 1968, Suchnam Singh Sandhu, un sikh del Punjab de 39 años de edad, pidió un día de permiso en la empresa química donde trabajaba como operario.

Había pasado la mañana en su casa de la Avenida Fanshawe, Baking, yendo de un lado para otro con el pijama puesto. Suchnam Singh era un hombre instruido con un buen dominio del idioma inglés; de hecho, había sido maestro de escuela en su aldea natal de Jullundor, en el Punjab. Sus dos hijas pequeñas estaban en la escuela y su esposa también iba a pasar el día fuera. Esa mañana sólo había otra persona en la casa: su hija mayor, Sarabjit Kaur, de diecinueve años.

Como suele ocurrir con el primer hijo o hija, sea cual sea la cultura a que pertenezca la familia, Sarabjit era la favorita de su padre, quien ambicionaba verla convertida en doctora. Sarabjit había asistido a la Escuela de Enfermería de Delhi, y era el motivo principal de que Suchnam Singh hubiera traído a su familia a Inglaterra en septiembre de 1967, esperando que allí tendría más oportunidades de estudiar dicha carrera.

Por desgracia, antes de abandonar la India la joven se había enamorado de su primo que, aparte de pertenecer a una casta inferior, estaba casado. Una vez en Inglaterra Sarabjit se matriculó en el Colegio de Tecnología East Ham, pero había seguido manteniendo el contacto ¡lícito con su amante mediante cartas que enviaba a la India.

Suchnam Singh debió acabar descubriendo el secreto de su hija, y su decepción y frustración ante lo que sólo podía considerar como una conducta desvergonzada no conoció límites. Había empezado a maltratarla físicamente, golpeándola, y en una ocasión incluso intentó estrangularla.

La situación llegó a tal extremo que Sarabjit no tuvo más remedio que abandonar el hogar paterno, y en noviembre de 1967 se trasladó a un piso de Uphall Road, Ilford.

Poco después visitó a un médico de la localidad, el doctor Gabriel Merriman, quien le dio la noticia de que estaba embarazada -podemos estar prácticamente seguros de que a la paciente debió parecerle una «mala» noticia- y la envió a la unidad prenatal del Hospital Barking.

Sarabjit sólo acudió una vez al hospital, el 20 de noviembre: según el diagnóstico llevaba veinte semanas de embarazo. Dando muestras de un coraje realmente formidable, teniendo en cuenta las circunstancias, Sarabjit debió decidir que lo mejor sería confesarle el apuro en que se hallaba a sus padres, pues éstos se presentaron un día en el piso y se llevaron consigo a Sarabjit y todas sus posesiones.

La joven volvió al hogar familiar y es casi seguro que Suchnam Singh debió hacer los arreglos para que un médico hindú practicara un aborto ilegal, dado que no existe ningún registro oficial indicador de que hubiera un parto o algún otro tratamiento médico posterior. Después del aborto Sarabjit se quedó a vivir en la Avenida Fanshawe como otro miembro más de la familia.

La mañana del 4 de abril, Suchnam Singh y su hija mantuvieron una fuerte discusión, al menos según la versión dada por Singh. Sarabjit salió de su dormitorio, bajó al primer piso y le dijo a su padre que acababa de tomarse una considerable sobredosis de tabletas de fenobarbitone, y que había escrito una carta de suicidio donde afirmaba que se quitaba la vida porque su padre se negaba a permitirle vivir con el hombre del cual estaba enamorada. Suchnam Singh perdió el control de sí mismo -probablemente tanto a causa del pánico como de la ira-, cogió el martillo que se usaba para partir el carbón y golpeó a su hija dos veces en la cabeza haciendo que cayera inconsciente al suelo con todo el aspecto de estar muerta. Sarabjit había tomado la sobredosis fatal, pero ésta no tuvo tiempo de surtir efecto.

Suchnam Singh se vistió e hizo el trayecto de quince minutos de duración hasta una ferretería de Ilford High Road. Compró una sierra especial para metales, volvió a la casa y se puso nuevamente el pijama.

Después metió el fláccido cuerpo de Sarabjit en una gran bolsa de plástico con el fin de proteger la habitación del derramamiento de sangre y dio comienzo al horrible trabajo de desmembrar a su hija mayor. Sarabjit recobró el conocimiento mientras estaba aserrándole el cuello e intentó coger la sierra, que le cortó el pulgar. Singh, imperturbable, terminó la decapitación y después aserró el torso a la altura del vientre y las piernas a la altura de las rodillas.

El torso -que seguía vestido con un suéter rosa, un pullover azul, un vestido azul de estilo hindú con bordados blancos, una chaqueta de algodón y un sujetador, con cuatro brazaletes metálicos rodeando el brazo izquierdo- fue envuelto en una lona verde y colocado dentro de una maleta color verde oliva.

La parte inferior del torso, con los pantalones puestos, y los pies, fueron envueltos en una tela verde y negra y metidos en una maleta de un color marrón rojizo.

La cabeza fue envuelta en una toalla vieja y colocada dentro de una bolsa de algodón con la página financiera del Daily Telegraph del 27 de marzo como acolchado protector. La bolsa de algodón fue introducida en una bolsa de lona azul.

Después, Suchnam Singh echó la considerable cantidad de sangre acumulada dentro de la bolsa de plástico al baño y metió su pijama manchado de sangre y la sierra para metales en el cubo de la basura. Posteriormente tiraría el martillo en algún lugar de Barking.

Suchnam Singh fue al centro de Londres esa misma tarde usando el transporte público y se llevó consigo la maleta verde oliva. Cuando llegó a la estación de Euston examinó el tablero de recorridos y vio que un tren con destino a Wolverhampton tenía programada su salida a las once menos cuarto en el andén siete.

Singh compró un billete y esperó que el tren llegara al andén antes de atravesar la barrera. Entró en un vagón cuando el tren aún tenía las luces apagadas y metió la maleta debajo de una mesa. Después bajó del tren, cruzó nuevamente la barrera y volvió a casa: durante el trayecto rompió su billete en pedacitos y los tiró. Cogió la otra maleta y la llevó a Ilford High Road.

Después afirmaría que había tenido intención de entregarse en la comisaría de Ilford, pero el caso es que dejó atrás el edificio y siguió adelante hasta llegar al puente que cruza el río Roding, desde donde arrojó la segunda maleta, y acabó volviendo a casa.

A la mañana siguiente Singh metió la bolsa de lona que contenía la cabeza de su hija en la cestilla metálica de su ciclomotor y partió hacia el trabajo como de costumbre. Hizo una parada en Wanstead Flats, dejó la bolsa de lona entre unos arbustos que se encontraban a tres metros escasos de la carretera y siguió su camino.

La primera evidencia del horrible crimen cometido por Suchnam Singh ya había sido descubierta. Después de que el tren de Euston llegara a Wolverhampton a las doce cincuenta y dos de la mañana del 5 de abril, dos maquinistas que habían terminado su servicio vieron una maleta verde abandonada en un vagón vacío. Cumplieron con su deber llevándola al departamento de objetos perdidos, se la entregaron al empleado de turno Leslie Stevens para que la abriera.... y llamaron a la policía.

El sargento de detectives Leslie Whitehouse, de la policía de Wolverhampton se encargó de las primeras investigaciones, pero el caso requería las capacidades de Scotland Yard. El superintendente jefe de detectives Roy Yorke, y su sargento George Atterwill fueron esa misma noche a Midlands.

El torso fue llevado al Hospital Real de Wolverhampton, donde el patólogo doctor Richard Marshall empezó a desentrañar sus secretos, y la policía registró el vagón tomando huellas dactilares e interrogó a los empleados de los Ferrocarriles Británicos en un intento de averiguar cómo había llegado hasta allí la maleta.

Los agentes tuvieron mucha suerte: los Ferrocarriles Británicos habían llevado a cabo un censo de pasajeros en cada parada del tren aquella noche, y el convoy no iba demasiado lleno. Los agentes pronto estuvieron en condiciones de asegurar que la maleta había estado en el tren desde Euston. El revisor de Euston también recordaba que «un hombre de color» había cruzado la barrera llevando una maleta y que había vuelto a cruzarla poco después sin ella.

El siguiente gran avance en la investigación llegó a la hora del almuerzo del día siguiente, cuando una mujer vio la segunda maleta debajo del puente de Ilford. El sargento Stephenson acudió al lugar, abrió la maleta y se encontró con un pie asomando por entre los pliegues de la tela.

La maleta había sido vista por primera vez a las once y cuarto de la mañana. El superintendente de detectives Emlyn Howells de Ilford se puso en contacto inmediatamente con los hombres del Yard en Wolverhampton. El examen y comparación de los fragmentos efectuado por el profesor Robert Warwick, del Departamento de Anatomía de la Escuela de Medicina del Guy's Hospital no tardó en revelar que pertenecían al mismo cuerpo; sólo faltaba la cabeza.

Y también faltaba responder a una pregunta: ¿cuál era la identidad del cadáver?

El profesor Warwick hizo las siguientes deducciones: se trataba de una mujer asiática entre los 18 y los 30 años; no era virgen y había sufrido recientemente alguna operación ginecólogica realizada por manos poco expertas. Había tomado una dosis letal de barbitúricos, pero ésa no era la causa inmediata de la muerte. El cadáver había sido desmembrado con una sierra para metales azul por un lado y amarilla por el otro.

Después de haber consultado con expertos hindúes, el estilo de la ropa y su lugar de origen y el hecho de que la mujer no se depilaba permitió establecer que había muchas probabilidades de que fuera una sikh. Una petición dirigida a la comunidad hindú proporcionó otro dato muy útil: el dibujo del pullover encontrado en el torso sólo era utilizado en los alrededores de Jullundor, en el Punjab. Las señales dejadas por las sandalias y las callosidades en los pies indicaban que la mujer había empezado a usar calzado europeo hacía poco tiempo y, por lo tanto, era casi seguro que había emigrado recientemente a Gran Bretaña.

Las investigaciones de la policía empezaron a seguir dos direcciones separadas. Se montó una operación de búsqueda de la cabeza en la que se usaron helicópteros para seguir el trazado de la vía férrea entre Euston y Wolverhampton, y varios buceadores registraron el fondo del río Roding. Las operaciones no dieron ningún resultado. En segundo lugar, los agentes dieron comienzo al tedioso proceso de examinar los archivos de hospitales y clínicas buscando mujeres hindúes que hubieran tenido problemas ginecológicos recientes.

El miércoles 8 de mayo el señor Howard Perry estaba cruzando en bicicleta Wanstead Flats cuando se encontró retenido por un atasco automovilístico. Vio una bolsa de lona tirada entre los arbustos, que parecía hallarse en mejor estado que la suya, y la cogió. La cabeza había sido encontrada.

La policía fue alertada y el dudoso privilegio de transportar la cabeza al mortuario de Ilford volvió a recaer en el sargento Stephenson. Los investigadores ya disponían de un rostro y una causa de la muerte: dos fuertes golpes asestados con un instrumento romo.

Mientras tanto las investigaciones en los hospitales habían empezado a dar fruto. Una joven hindú llamada Sarabjit Kaur había sido atendida en el Hospital de Barking. La policía siguió la pista hasta dar con el doctor Gabriel Merriman y, con la ayuda de una foto de la cabeza, éste fue capaz de establecer una identificación provisional. A partir de allí los agentes siguieron el rastro de la víctima hasta su piso de Ilford, y su antigua patrona les dio el nombre de su padre y les proporcionó una vieja dirección en Sibley Grove, Bow.

El sábado 11 de mayo la policía se presentó en la Avenida Fanshawe para interrogar a Suchnam Singh. Al principio éste negó tener una hija llamada Sarabjit Kaur, pero cuando el registro de la casa dio con dos fotos de la joven decidió alterar su historia.

Ahora afirmaba que su hija se había marchado del hogar en febrero, y que desde entonces no había recibido ninguna noticia de ella ni tenía idea de donde podía estar. También afirmó ignorar que Sarabjit hubiese estado embarazada. Suchnam Singh fue llevado a la comisaría de Ilford para ser interrogado.

Durante el primer día se mantuvo apegado a su historia, aunque en un momento dado, y sin que nadie mencionara el tema, aventuró la observación de que podía estar muerta. El segundo día Singh pidió ver al superintendente Yorke e hizo una confesión completa en la que declaraba que su hija había tomado una sobredosis de fenobarbitone y se había golpeado accidentalmente en la cabeza con una máquina de coser al caer al suelo. Singh había descubierto su cadáver y salió de la casa con intención de informar a la policía. Se encontraba en tal estado de shock que estuvo a punto de ser atropellado por un coche, y acabó yendo a casa de un primo suyo quien le convenció de que si acudia a la policía podía meterse en un buen lío. Después, el primo -Hardyal Singh Sandhu- le ayudó a librarse del cadáver. Hardyal Singh fue interrogado por la policía y negó todo conocimiento o participación en el asunto, cosa que los agentes se inclinaron a creer.

El desmembramiento quedó probado gracias a los rastros de sangre descubiertos en la cañería del baño. Poco después el cuerpo de Sarabjit Kaur fue identificado sin lugar a dudas mediante las huellas dactilares encontradas en su tarjeta de fichar de la fábrica donde había trabajado y en un texto de física encontrado durante el registro de la casa de la Avenida Fanshawe.

Suchnam Singh fue juzgado en el Old Bailey, en el mes de noviembre de 1968. La historia del suicidio de su hija no fue creída, y el jurado sólo necesitó 90 minutos para considerarle culpable. Singh fue sentenciado a cadena perpetua.

Durante el proceso se habló bastante de la vieja costumbre sikh según la cual los cadáveres de quienes han muerto en la ignominia deben ser desmembrados, desperdigando los fragmentos a continuación para expiar la vergüenza sufrida. En cuanto a si esta recaída en el pasado cultural hindú fue el auténtico motivo de las acciones de Suchnam Singh o si puede considerarse una mera pista falsa utilizada por un abogado defensor desesperado, es algo para lo que no hay respuesta posible.

La confesión de Suchnam Singh fue generalmente aceptada, pero hay ciertos hechos que permiten creer que sus actos fueron considerablemente más premeditados de lo que estaba dispuesto a reconocer. Su lugar de trabajo -del que, y eso es muy significativo, se había ausentado pidiendo un día de permiso- le dio acceso a la gran bolsa de plástico que usó como recipiente al desmembrar el cuerpo, y también le permitía tener acceso a tabletas de fenobarbitone, que nunca le fueron recetadas a Sarabjit por ningún médico. Así pues, ¿quién administró la sobredosis fatal? ¿Una hija desesperada? ¿O un padre irritado, humillado y desilusionado?

Brian Lane - "Carniceros".

 

 

 
 
 
 
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